Allí donde el neón es para todos los públicos, donde el ruido no molesta y huele a colores primarios. Donde “siempre toca” y a veces, algunos, “encuentran un amor”. Clásicos Disney lindan con el anime más mainstream, iconos pop made in China, Barbies sin etiqueta y otros lujos de plástico. Oda al polyester, al dresscode más heterogéneo, a las noches de verano en las que aún renta la chaqueta, al griterío armónico, a las gafas sin cristal. A las fotos con flash, al algodón de azúcar, a las monedas de dos euros. Parece que no pasa el tiempo por las tómbolas, y es por lo que este portal intergeneracional nos pareció el punto de partida perfecto para una primera colección en la que lo primordial era contar cosas de nosotros mismos.